martes, 29 de noviembre de 2011

La noche se me cae encima como todos los días. Estas noches que no huelen a mar sino a humo, estas noches de irse a la cama sola y no darle las buenas noches a nadie. La dinámica de no hacer nada en todo el día se está convirtiendo en costumbre, y no me quejo: me gusta tener tiempo para mí, aunque sea para perderlo.
Disfruto de esta nueva vida vacía y sin problemas. A veces.



"No hay más cálidos días de humo y de sal"

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